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Lucecitas de emergencia parpadean en la distancia. No son más que yo mismo que me alarmo de mi mismo. La ruptura de la rutina implacable, aceptada con agrado hace apenas un par de meses, es, otra vez, mi propia trampa... porque al fin, cuando ya he gastado los cartuchos, cuando ya he quemado toda la gasolina, me doy cuenta de que necesito la rutina, que no es otra cosa que orden... porque no sé volar sólo y en libertad... porque cuando la tengo no la sé utilizar como debiera... pero ¿quién sabe?... yo al menos lo intento... de vez en cuando...
Estaba solo y en caída libre, haciéndolo lo mejor posible para no olvidar
¿Qué nos pasa, qué me pasa, que pasa cuando dejo que se deslice?
Me confunden los poderes y olvido nombres y caras.
Los viandantes me miran como si pudieran borrarlos.
Cariño, ¿olvidaste tomarte tus medicinas?
Estaba sólo, paseando por el alfeizar, haciéndolo lo mejor posible para no olvidar
Toda esa diversión, todo ese regocijo y nuestra heroica promesa.
¿Cómo esto nos puede pasar a nosotros, me puede pasar a mí?
Y las consecuencias
Confundido por los árboles y las abejas, olvidando si lo comprendo
Cariño, ¿olvidaste tomarte tus medicinas?
Y el sexo, y las drogas y las complicaciones
Cariño, ¿olvidaste tomarte tus medicinas?
Estaba solo y en caída libre, haciéndolo lo mejor posible para no olvidar
1 comentario:
La rutina alimenta el orden y también la seguridad. Maldita y bendita a la vez.
La soledad del caudillo me lanzó una llamada para rescatar 300. La disfruté acordándome de tus palabras.
Un beso (muy buena la metáfora de las medicinas)
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