Fuera de Internet su mundo se reducía a una pequeña habitación de la que sólo salía para realizar las funciones básicas de subsistencia, mear, cagar y comprar. Es una fría mañana de Diciembre y ha salido a comprar veinte paquetes de Donetes, ocho tetrabricks de Don Simón, siete botellas de dos litros de cocacola y un cartón de Fortuna. Mueve alegremente sus ciento diez kilos al subir los escalones con las bolsas en las manos. Regresa feliz y silbando a su refugio porque el cargamento adquirido supondrá no tener que moverse de delante de la pantalla durante al menos un par de días.
Ha cazado a una gachí de catorce en un chat de admiradoras de Jonas Brothers, Selena17#, a la que es seguro que podrá tirarse —virtualmente, se entiende— esa misma tarde, víspera de nochebuena. Él, escondido tras la máscara de Castigador373, una de tantas, había desplegado todas sus artes durante varias jornadas y por fin ella había accedido a conversar en privado. Es un asunto hecho. Ya sólo piensa en su semen caliente derramándose sobre la cara adolescente de Selene17# mientras la llama perra inmunda —en virtualidad, entiéndame—. Nota, con felicidad, como su pequeño miembro presiona con levedad sobre sus muslos grasientos al abrir la puerta pero el gesto le cambia de manera abrupta cuando al cerrar repara en la silueta sentada en el sofá de orejas de su difunto padre. Un par de ojos negros brillando en la penumbra como los de una pantera en la jungla y un pitillo humeante que muestra una sonrisa siniestra tras cada calada.
-Hola Castigador 3-7-3 ¿ese eres tú, no? –Lucio indica con la punta de su beretta, el tresillo delante de él. Castigador suelta las bolsas y se sienta. Todavía está confuso –estás más gordo de lo que decías en el chat pero ya lo imaginaba, siempre se miente…
-Sí… sí –balbucea el gordo con timidez…
-¿Sí… sí? ¡Y una mierda, hijo de puta! ¡Tú no haces más que mentir! ¿Dónde está tu cuerpo atlético, tu 1,90? –Lucio sube intencionadamente el volumen de su voz, disfruta viendo como el castigador se va haciendo cada vez más pequeño, como comienza a sudar, como en sus ojos aparece el terror, un terror que luego serán lágrimas –repite conmigo… soy una bola de sebo inmunda.
-Soy… soy…-el hombre comienza a llorar -¿Qué… qué he hecho?- acierta a decir entre gemidos.
-Soy… soy… -repite Lucio impostando la voz mientras le golpea el rostro con la culata de la automática- ¡si vuelves a preguntar que has hecho te pego un tiro!... repite conmigo –Soy una bola de sebo inmunda
-¿Qué…qué he hecho, por Dios? – Gime mientas se toca la sangre fresca que comienza a inundar su rostro. Un tiro que zumba amortiguado por el silenciador y una bala que roza el hombro del castigador virtual. Cae sobre el suelo. Lucio se agacha y le coloca una mordaza que mitigue los gritos agudos.
-Ya que lo pides con insistencia, te lo voy a explicar –Lucio enciende un pitillo y aspira hondamente la primera calada –Verás… si hay una cosa que me repugne más que un jodido violador es un puto pederasta, como tú…
-Yof nof… nof… – mueve la cabeza y tose. Una arcada. Lucio le golpea otra vez.
-No vuelvas a interrumpirme, por favor…te decía que odio a los pederastas. Habitualmente cobro un pastón por hacer lo que estoy haciendo ahora pero todo el mundo tiene aficiones y la mía, para tu desgracia, es la caza... y como buena afición yo la disfruto a tope. Me dedico, por placer, a limpiar este mundo de chusma que no merece vivir. No creo en la ley, ¿sabes? No fun-cio-na muy bien. Fíjate, yo mismo… mi profesión es matar, he matado a docenas, y jamás he pisado ni el hall de una comisaría. Hay algo que no funciona ¿no crees?... —apura el cigarro y lo apaga sobre la alfombra raída y polvorienta antes de continuar—… no te voy a explicar como he llegado hasta a ti, además no creo que te interese saberlo, sólo te diré que del mismo modo que tu no eres un Adonis de ciento noventa centímetros, Selene17# no es una adolescente admiradora de los Jonas Brothers y, por supuesto, no está colada por tus huesos… Ahora ponte el abrigo y coge los donettes que nos vamos. Sólo te advertiré, antes de quitarte la mordaza y de que salgamos a la calle, que si gritas, si intentas huir, si haces cualquier movimiento extraño te perforaré el cráneo sin pestañear. Si haces lo que tienes que hacer te quedará la oportunidad de que no sea mi día de caza perfecto…
Castigador373 se limpia la sangre del rostro y sale renqueante del portal. El miedo le atenaza y el frío le perfora. En el oscuro callejón Lucio le ordena que se meta en el maletero del coche.
La sierra de Gredos está nevada como hace muchos inviernos. Lucio tuvo que parar a poner las cadenas pero, aún así, está de un humor excelente. Abre el maletero y saca de los pelos al castigador. Le ordena que se desnude y le mete cuatro donettes en la boca. Le golpea un par de veces más y le dice: “ahora corre”. Se apoya en su viejo chevy, enciende un cigarrillo y se queda mirando sonriente la grotesca figura del cazador cazado, que avanza desesperado y errático sobre la nieve fresca. “Hace frío, coño”, piensa.
Cuando termina de fumar se sube las solapas del abrigo, saca su pistola y comienza a silbar “White Christmas”, ¡Caray, cómo le gusta Bing Crosby!
6 comentarios:
Bueno, muy bueno si señor...
Besicos
Gracias, mañica.
Un beso
Al final el tipo gordo hasta me da pena y todo... Por cierto, ¿los textos que pones en el Papiro no los subes nunca aquí?
ola Nati: Se bienvenida a mi blog.
El gordo lo único que puede inspirar es pena y quizás algo de asco. Lucio es un personaje creado que poco a poco va creciendo y que en breve tendrá historia propia. Estoy terminando de perfilar una novela con él.
Lo del papiro sí lo subo, de hecho hay un par dentro de las últimas entradas. Lo que sucede es que últimamente he andado con lo de Lucio y he tirado de relatos antiguos que ya estaban colgados... y no era plan de ponerlos otra vez. Por ahí están. Tengo público escaso y aburrirles con los mismo relatos no me parece buena política. :)
Un saludo
Pues este relato a mí me ha parecido atractivo, fácil de leer...
Gracias.
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