martes, 11 de marzo de 2008

Requiem

Hoy hace exactamente cuatro años que unos fanáticos cagaron de explosivos sus mochilas y se dirigieron a distintas estaciones de la provincia de Madrid. Programaron las cargas para que acabaran estallaando de manera simultanea en la estación de Atocha, en el centro de la capital, a la hora de mayor tráfico de personas. Padres, madres, hermanos o hijos que se dirigían como zombis hacía sus diferentes ocupaciones. Gente como tú o como yo, que enfrascados en sus pensamientos cotidianos se vieron sorprendidos por el estallido de las bombas. 192 perdieron la vida. Es un número, un número estremecedor pero no significa más que la cantidad de muertos que hubo. En realidad las víctimas fueron muchas más, unas de manera directa e imborrable, mutilados en sus almas y en sus cuerpos, condenados a que la pesadilla quede para siempre enraizada en sus recuerdos y en sus carnes, perenne e imborrable. Otros lo sufrimos estupefactos, en forma de profundo escalofrío que recorre la espina dorsal y queda alojado en forma de perpetua tristeza, de asco, de incredulidad al darnos cuenta una vez más de lo que son capaces algunos de nuestros congéneres en nombre de la barbarie. Y sólo se puede decir barbarie porque si cayésemos en el error de decir que es nombre de algún dios o alguna idea estaríamos pervirtiendo a ese dios o a esa idea que fue tomada en vano por un perturbado que no merecía siquiera pensarla.

Hoy hace exactamente cuatro años que murió un pedacito de todos nosotros, y que sentimos un dolor y una rabia que debieran unir, solidarizar, hacer que no importe la condición social, ni la religión, ni el país de procedencia, que dejan diáfano quien es el enemigo y que donde se encuentra: justo ante nosotros, nunca entre nosotros. Cuatro años en los que tuvimos delante un examen, que nos encontramos ante la oportunidad de demostrar que éramos un país maduro y que por fin sabíamos lo que era la democracia que se nos había otorgado, casi por casualidad, treinta años antes. Un examen que, por desgracia, no superamos y seguimos sin superar.

Cerramos, como siempre, la puerta en falso, quisimos justificar cosas que a nadie debieran importar, porque lo importante no era nada de eso sino todos aquellos que quedaron tendidos en la fría vía de una mañana de Marzo y cuyo único delito fue el de levantarse muy temprano, como cada puto día, para ir a trabajar.


In memoriam




10 comentarios:

Carlos Paredes Leví dijo...

Cuatro a�os y a�n no sabemos qui�n lo orden� y porqu�....

La Mamba dijo...

Tus palabras me llenan de recuerdos horribles, un viaje a un hospital, una madre incomunicada en Atocha, sin saber si era la 193...
El escalofrío lo sigo teniendo, pero el asco ha crecido y diversificado ya que no solo lo siento para los autores, sino para lo gente que hace propaganda con estas cifras, para los frívolos, los radicales, a todos los que quieren manipular, enfrentar y señalar con el dedo públicamente.

Si, mi Coronel, muchos más de los que se creen son victímas.

Fue un examen dificil y duro, pero sobre todo injusto. Y desgraciadamente no aprovamos. Yo diría que nos sacaron los colores.

Juan Pablo dijo...

Si mal no recuerdo el año pasado lo recordamos en el blog de Gérman. Parece que fué ayer, y pese a que el tiempo pasa, parece haber intereses "superiores" que impiden hallar responsables y encontrar soluciones. Mi país está lleno de estos ejemplos y por éste y todos ellos, me sumo a éste Réquiem.
Un abrazo Coronel.

Anónimo dijo...

Me parece increible que gente como vosotros pretenda disimular que desconoce quién es el enemigo y donde se esconde.

El enemigo es Cain; esa parte de cada uno que de alguna manera hace que ese cada uno tenga que encontrar un algo que le ponga por encima del resto de individuos de la especie, y se esconde dentro de cad uno de nosotros, mostrándose en ocasiones de una manera que, en determinadas circunstancias y según su "presentación", a la mayoría pueda hacerse inexplicable o inconcebilble, pero cuyos límites quizá hayamos traspasado, sin llegar al extremo de quitar una o doscientas vidas, en el simple hecho de dejar en evidencia a otro individuo de nuestra especie, y de nuestro entorno, por considerar que un hecho determinado le convierte inmediatamente en un ser inferior.

No es el verdadero culpable el responsable directo de un caso como este, que ha sucumbido a falsas promesas y engaños ......ENGAÑOS, y punto, cuya vida seguramente resultaría provechosa al conjunto de la humanidad, al igual que la de sus víctimas, si no fuera porque en muchos de nosotros el estigma de Cain se sobrepone a la propia naturaleza y logra que determinados individuos impongan a otros su visión de que existe una cieta y determinada superioridad que .... conocerán después de que se hayan muerto. ¡Joder!.

Supongo que si me leo siete u ocho veces lo que he escrito llegaría a vislumbrar lo que he querido decir, y ya no quiero ni entrar en un análisis del cainismo en el plano ideológico político en lugar del teológico, pues entiendo que las similutudes que existen entre ambas maneras de manipular el "instinto" gregario de la especie humana pueden ser facilmente advertidas por los lectores de este blog; lo que quiero decir, resumiendo, es que aquellos a los que acostumbramos a "observar" como líderes casi siempre están subyugados a una "corriente de pensamiento" que comparte con el resto de "filosofías existenciales" unos determinados elementoos, de los cuales, el más destacado y común a todos ellos es LA PROMESA de una vida mejor, sea en este mundo, o en otro que ni siquiera nadie, nunca, ha sido capaz de certificar que exista.

El que demuestra que puede quitar la vida a otros demuestra que tiene poder, y parece ser que eso es lo que prima en esta nuestra sociedad.

¡Uffff!; ya no recuerdo ni de qué estábamos hablando, pero tengo la impresión de que el asunto puede llevarse al terreno de lo práctico formulando la siguiente pregunta: ¿deberían los candidatos a una presidencia de gobierno de cualquier país ( o de cualquier asociación o sociedad "ideológica") someterse a un examen psicotécnico similar al que se exige para conducir un automóvil?.

Un abrazo, CORONEL, y de nuevo te pido disculpas por usar tu blog como "vertedero" de una de mis infrecuentes neurosis compulsivas anti .... noseque, o antitodo, o anti algo(loquesea).

Un cordial saludo a tod@s.

Anónimo dijo...

Demasiado tiempo y demasiado rápido, paseando sueños entre vagones y legañas, dejo allí su hipoteca, su recién estrenada compañera, su trabajo y su infinita paciencia.

No debió de sufrir tanto como los que lo buscamos en tantos hospitales, para nada nadie quiso ir al macabro pabellón de los irreconocibles, tres días.

Calcinado para siempre, ni siquiera ponen sus apellidos en orden en las esquelas, solo recuerdos, mal puestos.

Va por ti Gonzalo.

Un abrazo a todos.

Miss.Burton dijo...

Es una puta mierda, no acaba nunca, y duele la impotencia de saber, que a cualquier hora, y en un puto minuto, pueden volverlo a hacer.
Y que no me toque a mi... pensamos cruzando los dedos..
Bonito post, sin duda, merecidísimo homenaje a este señor que no sabía que su vida se iba a acabar por capricho de unos dioses que la quitan, dioses de mierda...

Gi dijo...

Me sumo a Juan Pablo, en este país también tenemos heridas. Son las mismas víctimas, la misma irracionalidad. La misma impunidad

Isabel chiara dijo...

Las fechas que causan tanto dolor son las que nunca, nunca se deben olvidar.

Un beso

Mad Hatter dijo...

Gran recordatorio y homenaje a las víctimas, Coronel.
Personalmente, creo que no es bueno comerse demasiado el tarro tratando de buscar una explicación racional a este tipo de aberraciones. Vislumbro lo que ha querido decir "Batiola", el mal reside en el corazón de cada uno, es cierto, pero de ahí a ser capaz de cometer un atentado como aquel hay un abismo demasiado profundo que no alcanzo a entender ni mucho menos a explicar.
A estas alturas creo que está claro que fue un acto de terrorismo del islamismo radical, y teniendo en cuenta que una parte importante de los asesinos terminaron suicidándose, no creo que sea nada fácil saber algo más.

Kurtz dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Sólo quería decirte, amigo Batiola, que es cierto que todos un Caín en nuestro interior, del mismo modo que somos seres racionales y que han conseguido evolucionar. Por suerte en muchos casos (por desgracia no en todos) hemos dejado atrás las cavernas y la cachiporra y hemos sabido canalizar ese odio irracional que es susceptible de embargarnos a todos.
Por suerte, como dice el siempre juicioso Hatter, el abismo entre ellos y nosotros es profundo y yo añadiría que cada vez debieran ser menos los que esten al otro lado que, sí, que los tenemos enfrente y, mucho más cuando algo así sucede.

Abrazos generales