Según transcurren los años, según vas acumulando vivencias te vas dando cuenta de que el currículo de cada uno se plaga de aciertos y errores, de tachones y enmiendas. Cuando me detengo y hago resumen de lo que soy, de lo que hice para ser como soy, siempre me digo que cambiaría tal y cual cosa, que desde la experiencia del de ahora no habría hecho esto o aquello tal y como lo hice. Pero lo cierto es que si no lo hubiera hecho como lo hice no sería yo, el que suscribe este pensamiento, sería otro, probablemente pensando en otras bifurcaciones en las que también me equivoque. Creo que lo importante es que en el resumen salga más en el haber que en el debe. Es completamente imposible ser del todo congruente porque cambiamos acorde a nuestras circunstancias en cada momento, porque cada etapa tiene su forma de actuar. Llegado a la madurez me doy cuenta que el mayor logro de ahora es la estabilidad, el asentamiento de mi carácter y mi propia aceptación. Darme cuenta que lo que he forjado hasta ahora me satisface. Es probable que sea mejorable, pero esto no deja de ser una proyección imposible de constatar porque como ya he dicho nuestro camino es el que es y ya poco o nada podemos hacer para cambiarlo. Los resúmenes siempre sirven, siempre que se hagan con un mínimo de perspectiva y pleno de espíritu crítico, sin temor, sin engaños. Un ejercicio complicado, sin duda.
Yo tuve la suerte de que me echaran de la empresa en la que trabajaba. En aquel momento fue todo un drama, algo que me resultaba inexplicable del todo. Por mucho que puse todo mi empeño en buscar las razones a lo que entonces estimaba una tremenda catástrofe, no acaba de encontrar ninguna. Simplemente era porque buscaba el origen en el lugar equivocado. La razón no la pude ver hasta tiempo después, no se trataba de una razón objetiva e inapelable, no tenía nada que ver con Curriculums ni con errores en mi manera de trabajar, en realidad nada tenía que ver con mi valía como empleado. Yo no lo sabía pero necesitaba aquel periodo, que fue periodo de resumen, de crisis personal, de mirarme al espejo con sinceridad para acabar haciendo las paces conmigo mismo. El azar de las causas soplaba a mi favor sin que yo fuera del todo consciente. Lo que entonces creí catástrofe se torno con el paso del tiempo en la suerte de haber podido disfrutar de ese momento, de haber podido frenar y haber podido reflexionar desde el sosiego que me otorgaba el mar imperturbable. No todo fueron rosas y amaneceres pausados, también lo pase mal, tuve muchas comeduras de tarro, me infravaloré, me denosté, me di por acabado, me pregunté cientos de veces que había hecho yo para merecer todo aquello, en que lugar del camino tomé la senda incorrecta… Es lo que tiene ponerse frente al espejo, es lo que tienen las crisis, que son lucha.
Hace unos días terminé la esplendida novela que da título a esta entrada. Un recorrido circular del protagonista desde la infancia hasta la madurez, un resumen al fin y al cabo en el que Amir se pone frente al espejo y se confiesa. Se juzga con dureza, alberga en su alma herida el peso de la culpa y finalmente, a pesar de todo, retorna al origen, a un Afganistán destrozado por los talibanes, un lugar que es el reflejo de su alma atormentada, para acabar encontrando la paz en forma de agridulce redención. El precio de su viaje queda resumido perfectamente a lo largo de la intensa narración en primera persona. Nada es gratis, lo importante es que cuando nuevamente aparece ante ti esa oportunidad que perdiste seas capaz de reconocerla y actuar como crees que debiste hacerlo cuando te equivocaste, en aquel pasado inamovible.
El objetivo de la madurez es acabar consiguiendo, desde la estabilidad que confiere la experiencia, una mayor coherencia porque eso significará que has aprendido esa lección que es tu pasado.
Les dejo uno de los temas de la banda sonora que ha compuesto Alberto Iglesias para la película que se ha filmado, basada en la novela, y que se estrenará en pocos días en España. Alberto Iglesias también ha sido nominado al oscar por esta composición.
10 comentarios:
Tienes razón, a veces el tiempo nos da una perspectiva distinta, pero qué mal se pasa eh?
besicos
Sin duda, Belén, también es doloroso... el caso es que consigas que merezca la pena.
otro beso
El tiempo lo suele curar todo, aforunadamente.
Y creo que esto de los blogs también ayuda a reflexionar en voz alta, con lo que eso tiene de terapéutico, al mismo tiempo que sirve para mejorar nuestra expresión escrita y divulgar ideas.
Saludos Coronel.
Che, mil abrazos, enhorabuena y a mejorarse.
Son dos días, se que lo sabes, beso pa la marinera.
Ese anonimo, que no lo es, es Remache
puessssssssss
madurar para mí es aceptar que nadie es perfecto y que el cariño es gratuito
cariños niño.
Hatter: No tengo más que darte la razón.
Remache: ¡Un abrazo!
Mari: Eso que me cuentas es que has aprendido de la lección de tu pasado.
Abrazos y cariños.
Mirarse al espejo durante las crisis suele ser devastador. Yo prefiero hacerlo cuando ya ha pasado el tiempo suficiente para verme con más indulgencia.
Un beso
La novela que mencionas es brutal. Me encantó.
En cuanto a aceptarse a uno mismo, es difícil porque nos convertimos en los jueces más duros. Lo bueno es hacer valance y aprender de los errores como Amir.
La conciencia pesa mucho, muchísimo y puede llegar a ser insoportable el dolor, pero siempre hay un punto de inflexión donde te perdonas y te aceptas, asumiendo tus errores.
A mi a veces me ha costado años y tengo alguna cosita pendiente todavía, pero el día que te perdonas sientes como si te hubieses quitado un peso de encima.
Recuperas la sonrisa, como Amir.
az k feo maiiiiiiiiiiiiiiiiii vavoso i horrible haz k hazco
del presidente
jajaja
ez encerio
zoi el presidente de estados unidos
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