domingo, 17 de febrero de 2008

Lifeline

Todos caminamos al borde de algún abismo. Yo conozco bien el mío porque sucedió que hubo una vez en que caí de bruces y rodé hasta el fondo... y allí quedé, malherido y confuso hasta que alguien desplegó una escala desde lo alto e insistió en que aquel no era mi lugar. Trepé y ahora, cada día, lucho por no volver a caer, lucho por tratar de ser feliz con lo poco que tengo, que es mucho porque simplemente es aquello que elegí, o al menos eso creo. En ocasiones me asomo un poco y miro a hurtadillas, sintiendo el vértigo cosquilleando en los pies y el temor anudando la garganta. El solo recuerdo del dolor, del desamparo que se respira en el fondo me hacen mirar de otra manera a lo todo aquello que ahora consigue que mis talones pisen firmes la senda que bordea mi particular precipicio, todas esas pequeñas cosas que sostienen mi cordura, mi equilibrio.

****

Tras haber soltado la pregunta le ha mirado directo a los ojos y ha vuelto a descubrir en su mirada el esquivo momento del engaño. Y ha callado. Como tantas otras veces había callado. Volvía a sentir esa sensación de estúpida e inútil sabiduría, esa misma que experimentaba cada vez que adivinaba que es lo que iba a decir o a hacer antes de que siquiera él mismo lo hubiera pensado o hecho. Podía intuir cada uno de sus actos con la precisión de un relojero.

Desde el sofá del salón donde estaban sentados, con las miradas y los pensamientos fijos en ese televisor siempre encendido y que ahora escupía sin piedad las noticias de las nueve, se podía oír perfectamente a los niños reclamando su cena desde la cocina, al otro lado de la casa. Gritaban y reían ajenos a su íntimo desaliento, ese que le recorría toda la columna hasta caer, como un peso invertebrado, justo entre los omóplatos, justo allí donde la espalda se vuelve nuca, ese sitio donde siempre le había gustado que él le acariciara con la suavidad del amante cuidadoso que un día fue.

Se ha levantado con sentimiento de Atlas, ha arreglado su pelo con la ligereza que da la naturalidad de un gesto mil veces repetido y ha enderezado como ha podido una sonrisa, más cara cada vez, que ya se sabe que no es más que otra mentira en pos de perpetuar la total impostura de una vida que un día creyó poder hacer distinta. Como cuando el río nace bravo y límpido y desconoce que su cauce ya fue trazado mucho tiempo atrás y ahora, que no es más que agua estancada al borde de un remanso, carece de la fuerza para retornar a la corriente.

Así se sentía y así nunca demostraba sentirse, quien sabe por qué, quizás fuera por el temor a expresar abiertamente lo que ella consideraba su fracaso. Lo cierto es que ya no alcanzaba a distinguir si era una cuestión de orgullo o se trataba de mera necesidad de supervivencia. Al fin y al cabo, ¿Qué podría haber más allá de esta vida que le había tocado vivir, más allá de ese remanso alejado de la corriente? ¿No se volvería a encontrar, por mucho que lo intentase, por mucho que pusiese todo su empeño en ello, una y otra vez con lo mismo?... ¿En que momento se rompió la fina seda que les unía? ¿Cuándo abandonaron la lucha, cuando claudicaron a la vida de los otros? Cuando, como por qué, qué, dónde o quién… ya se había formulado todas las preguntas en todos los ordenes posibles y la respuesta siempre era la misma: un remanso de aguas estancadas, de resignación, como lo fue el de su madre y de sus abuelas, de ambas; como lo era el de sus compañeras del trabajo, el de aquella triste mujer que se sentaba todos días frente a ella en el autobús, camino de su trabajo, y con la que nunca le hizo falta cambiar una palabra para saber que pensaba, como era su vida; como lo era el todos aquellos que veían más cerca los días de su vejez que aquellos en los que todo era distinto.

El cariño de sus cuerpos entrecruzados después del coito, eso es lo que ella más anhelaba, la intimidad de un amor desbocado que se cuece entre caricias, risas, impaciencia y temor; todo pintado con trazos gruesos en un collage de colores básicos y resplandecientes; esa excitación nerviosa inducida por la remota posibilidad de despertar a los niños y ser sorprendidos en un acto que uno mismo volvió proscrito; nadie sabe si por vergüenza o porque siempre es más dulce el bocado de una manzana prohibida. Se preguntaba donde quedarían esos momentos cuando ella desapareciera, no estaba segura de que él los tuviera consignados en algún recodo de su memoria, y aunque así fuera, tampoco alcanzaba a imaginar si serían esos recuerdos, los mismos que ella guardaba con mimo en el estante de lo irreproducible. Siempre tuvo la tentación de preguntárselo pero siempre encontraba algún obstáculo momentáneo que conseguía oportunamente retrasar ese momento.

Y ahora, mientras miran a través de ese televisor siempre encendido los cuerpos despedazados de otra gente, que en realidad les importan un carajo, mientras el busto de Matías Prats habla de atentados suicidas e inestabilidad política, antes de mirarle fijo a los ojos, le ha preguntado a bocajarro… ¿Y tú, cuándo dejaste de quererme?






Life is much too short
to sit and wonder
who's gonna make the next move
and will slowly pull you under
when you've always got
something to prove

i don't want to wait a lifetime
yours or mine
can't you see me reaching
for the lifeline

you say that i misheard you
but i think you misspoke
i hear you laugh so loudly
while i patiently await the joke

i don't want to wait a lifetime
not yours
not mine
can't you see me reaching
for the lifeline

it's a crime with only victims
we're all laid out in a row
and it's hardest to listen
to what we already should know

i could hold out for a lifetime
yours or mine
yours and mine
can't you see me reaching for
your lifeline


18 comentarios:

Mad Hatter dijo...

La juventud es un torrente, rápido, desbocado, irreflexivo, somero, saltarín y apasionante. La madurez es un lago profundo y tranquilo, en el que las pasiones se ahogan, a las parejas les cuesta reencontrarse, pero hay más tiempo para la reflexión, por lo que la tranquilidad no tiene por qué ser sinónimo de aburrimiento.
La cuestión es si estamos preparados para dejar de ser truchas y convertirnos en carpas, tanto nosotros como nuestras parejas.
Muy profundo y muy real, Coronel.
Saludos.

Belén dijo...

Vaya, caminos que se juntan, se separan...

Bien escrito... Un beso

Miss.Burton dijo...

Me has dejado helada, me he reconocido en cada palabra, en todas las putas frases, en el principio, y en el final. Sí, yo soy de las que piensan que toda relación conlleva un proceso, y que el final es siempre el mismo: una inocuidad de sentimientos, y dos cuerpos durmiendo en la misma cama y soñando con hacerlo en otra distinta. Pero la pregunta es, para qué??? Si todo acabará igual... No lo se. Lo ideal sería relaciones de esas que rotasen, que al cabo de años pudieran romperse cívicamente, y un te he querido, y un yo a ti también, y punto y final. Pero la vida no es así,ni nosotros juguetes que se pueden apartar según otras necesidades, o caprichos de la mente...
Yo no se estancarme, no me gusta el pensar en tener muchos días esa especie de suerte de poder tener compañía a cambio de dilapidar mi esencia, y no me gusta pensar tampoco en un final de esos, finales que no llegan nunca, antesalas de una muerte anunciada de un amor que fué y luego se acabó. Todo es muy dificil... no hay fórmula secreta, pero una cosa sí tengo clara: cuando hay una buena comunicación, y hay voluntad de arreglar las cosas, todo puede salvarse, el problema es que siempre hay uno que se desvincula con sus propios sueños, y otro que queda en standby... distintas evoluciones, pero... si hay comunicación, todo, todo tiene arreglo, hasta para decirse adiós con educación y cortesía.
La verdad, no me gustaría nada estar en la piel de tus personajes, yo lo estuve, y ya me ves, abdiqué, porque ya no era yo.
Bonito escrito, y perfecto final: y tu, cuando dejaste de quererme??? BRUTAL.
Un besazo,
Delirium.

Kurtz dijo...

En primer lugar quiero decir que el relato no es autobiográfico pero bien podría haberlo sido de haber seguido mi vida por ciertos derroteros, de ahí la pequeña introducción sobre abismos y tal. En realidad es una suerte de alegato en contra del conformismo.
Me gustan los apuntes que me dejan, me gusta que la ficción salida desde mi imaginación, mezcla de lo más profundo de mis temores y mis no tan profundos pensamientos cale y merezca una reflexión. No siempre lo consigo pero siempre queda esa intención subyacente. Sé que desnudarse en público entraña riesgos, he lidiado por muchos lugares de la red como para haberme hecho consciente de ello... pero también implica satisfacciones, entre ellas el desahogo que supone verter lo más íntimo sin temor a ser juzgado porque ya uno se juzgó a uno mismo, mucho antes y probablemente con mayor dureza de alguien lo hubiera hecho antes. La conciencia está tranquila, eso es lo más importante.
Es esto último lo que me llamó la atención de ti, Delirium, ese descaro con que encaras tus propios tropiezos, esa manera que tienes de afrontarlos, como bien dirías, con dos cojones.
Ese es el mensaje que subyace bajo el triste relato que traigo hasta ustedes y que Delirium se ha encargado, muy bien, de hacer patente.
Sólo me queda decirle al Sr Hatter que de MAD, tiene poco, que sus comentarios siempre tienen un toque de optimismo pero sobre todo de sensatez envidiables(por no hablar de sus posts)
Belén... usted es una máquina ¿Como puede? algún día me tiene que explicar como llevar dos blogs con semejante carga de comentarios y además ser tan deferente que puede pasar siempre a comentar en blogs ajenos. Es usted un robot... confiese... es usted el equipo de google al completo... confiese :):) Yo sólo tengo uno y ya veis... ni siquiera llevo las respuestas al día.
Gracias por pasar por aquí a pesar de lo mal anfitrión y peor invitado que soy.
Abrazos

Peggy dijo...

http://todorelativo.blogspot.com/2008/02/salvemos-la-casa-arizn.html..Se que eres sensible al arte , te dejo esta reseña de este post ...es un atraco a nuestro patrimonio artistico:)
saludos

Anónimo dijo...

No sabría decir que me ha gustado más de su anotación de hoy Coronel, ese prólogo "funámbulo" que reconozco tan propio o la historia de una relación agotada en la que todos hemos terminado por vivir, en distintos grados, en diferentes momentos, con circunstancias parecidas o cercanas. Me quedo con su mirada de otra manera hacia lo que le sostiene. Así andamos en el alambre haciendo equilibrios, luchando por no caer y esperando que, si esta se produce, nos levantemos malheridos pero vivos.

Juan Pablo dijo...

Tu comentario y reflexión merece un post en sí mismo Coronel. Yo también me quedé helado y pensativo, demasiado para éste puto lunes con toda una semana por delante.

Genial, genio.

Un abrazo.

Antígona dijo...

Sí, Coronel, yo también creo que todos caminamos al borde de algún abismo, e incluso me atrevería a decir que de varios. Y siempre estamos luchando por no volver a caer, a veces con más inconsciencia, como si el sendero que bordea el precipicio apenas presentara dificultades, otras con absoluto pánico, calculando a cada paso donde poner el pie para no despeñarnos de nuevo. Porque haber caído una vez no nos libra del constante peligro de la caída, aun cuando yo personalmente confío en que, de producirse ésta de nuevo, nuestro cuerpo curtido resistiría mejor el golpe y encontraríamos un poco más fácilmente esa escala que nos permitiera salir de él.

Tal vez el problema de las relaciones de pareja es que la caída al abismo se produce de un modo tan imperceptible, tan paulatino, que podemos llevar mucho tiempo cayendo sin tan siquiera darnos cuenta. O sin que queramos darnos cuenta. Se confabulan aquí demasiados factores como para que la lucidez prime en este tipo de procesos: la necesidad de afecto, la costumbre, el miedo a la pérdida, a la soledad, el reconocimiento del fracaso. Se produce la primera erosión y rápidamente miramos hacia otro lado. Cuando llega la segunda nos decimos que nada es tan grave. Y nos vamos engañando día a día convenciéndonos de que el amor era esto y mejor conformarse con lo que uno tiene que no tener nada.

Es difícil ser sincero con uno mismo cuando tantas carencias, tantos vacíos, tantos miedos, piden ser mitigados. Pero la verdad acaba por imponerse, bien sea de la mano de uno mismo, o de la mano del otro. Otra cosa es que luego uno tenga la valentía de afrontarla.

El amor hay que trabajárselo día a día sin bajar la guardia. Hay que mantenerlo vivo a fuerza de peleárselo. Porque lo que se estanca de pudre y malogra. Y siendo como somos seres en constante tránsito, en constante movimiento, hay que mantener vivo ese motor alimentándolo con tenacidad e ilusión. Nadie tiene la fórmula. Pero por intentarlo, no se pierde nada.

Preciosa la canción de Ben Harper. Todo un descubrimiento en este lunes tristón y lluvioso.

¡Un beso!

Kurtz dijo...

Peggy: Ya pasé a firmar. Recomiendo a todos los que por aquí firman que se adhieran a la causa.

Intentar sostenerse, guardar el equilibrio, es lo más complicado, querida funámbula, (¡Qué te voy a contar que no sepas ¿verdad? :). La mejor receta sea quizás, como dice Antígona, una suerte de tesón diario por cuidar lo que te aferra, por cuidar el amor, el de todos aquellos que te rodean y que sabes a ciencia cierta que sí te quieren, a pesar de la erosión, del desgaste de la convivencia diaria, que es lentamente demoledor. Esa es la lucha... cuanta razón tienes, Antígona.
Mi amigo Juanpa está de lunes, no hay mayor putada que esa... bueno sí, estar de lunes y que además llueva... y que además llegué un cabrito y te saque a pasear una canción de Ben Harper.
Por cierto, lady, la canción de Jack Johnson, la de la anterior entrada es del último disco, que ciertamente está genial y que iré a comprarlo en breve. De momento lo bajé, pero ya sabes, a este hay darle lentejas no vaya a ser que se dedique al surf en exclusiva y nos prive de su arte.

Abrazos y besos

La Mamba dijo...

¿Por qué será que todos nos vemos un poco reflejados en tus palabras?.
El amor entre dos personas va evolucionando, poco a poco se transforma como la energía, pero hay veces que en el proceso se pierde entre las fisuras de la rutina, las obligaciones, las demandas de los hijos, el cansancio de largas jornadas, las discusiones y sobre todo se pierde cuando se han dicho demasiadas cosas.
A veces tenemos pequeños gestos (yo diría también que omitimos pequeños gestos) que no damos importancia, (total si ya sabes que te quiero), pero que van minando poco a poco, lentamente, como el mar, al que tanto evocas, erosiona las rocas. Hasta que te das cuenta que ya no te importa si duermes a su lado o no, si has cruzado una palabra con él, si te ha dado los buenos días, si te ha traído un vaso de leche caliente cuando tenías fiebre o si te ha comentado lo guapa que estás con tu nuevo corte de pelo.
Lo peor de esta situación son las excusas que nos queramos dar para no verlas (yo no somos crios, el amor evoluciona, la pasión se pierde, estamos madurando.....) y cuando las vemos nos da tanto miedo empezar de nuevo para quizás terminar igual que nos resignamos.

Es muy triste lo que escribes pero tan real como la vida misma.

Anónimo dijo...

Coronel,

me ha pasado lo mismo que a Deli al leer tu post. Claro que al igual que ella, yo he estado mirando esa misma televisión y vendiendo cara la sonrisa durante un tiempo.
Pero, aunque también al igual que ella todo me lleva a pensar que las relaciones se dirigen siempre hacia ese punto, me niego a hacerlo.
En ese punto me adhiero a la opinión de la Mamba. Las relaciones evolucionan y la pasión pasa. Lo importante es que cuando esa pasión adolescente adolece, vayas quedando en su lugar otros sentimientos como el respeto, la admiración, la ternura, la complicidad...
Para mi hay dos tipos de relaciones, las que cuando han llegado a este punto están tan vacías que no tienen arreglo, y las que pasada la crisis inicial por el cambio pueden reconvertirse poniendo el esfuerzo suficiente en la "super-relación", esa que permanece por muchos años.

Va, suena cursi, pero ya sabéis los que me conocéis que sigo creyendo en los cuentos jajaja.

Besos!!

La Mamba dijo...

No creo que sea cursi Mavi. Yo en el príncipe azul he dejado de creer hace tiempo jejeje pero en una relación donde el cariño, la comunicación y el respeto sean sus pilares me niego.
Me niego a resignarme, a pasar por mi vida de puntillas a tener que sonreir forzada en mi propia casa, a pensar que estoy muerta en vida y que ya he perdido el interes por el amor, por que a base de haberme repetido los que me rodean una y otra vez que los cuentos no existen, de que eso del amor para toda la vida es cursi, me lo he creido y ahora digo ¡BASTA! QUIERO VOLVER A CREER EN EL.

Germánico dijo...

Juraría haber leído un post similar o idéntico a este hace tiempo, de un tal Lebeche, o incluso de un tal Canterano....

Bernar dijo...

hola amigo, tu fantástica forma de escribir, la pausada y exacta trascripción que haces de los sentimientos a través de tus palabras escritas es inversamente proporcional a la velocidad a la que hablas por teléfono. Dado que hablas a la velocidad del rayo y vocalizas mas bien poco, se deduce que tu escrito me ha gustado mucho mucho. Un abrazo maestro y cuando me llame Vd. hábleme un poco más despacio.

Mamba, ¿A ti te pasa lo mismo que a mí?

Kurtz dijo...

Mamba, tú no tienes por que temer porque sabes que te quiero más que a mi vida. Y te lo puedo decir mirándote a los ojos.

Mavi, en realidad siempre hay un punto de equilibrio, pero lo difícil es encontrarlo, exige mucho y no siempre se puede, la convivencia puede llegar a ser muy chunga. No hay que renunciar. El problema es que ya no sabemos luchar porque en seguida pensamos que todo es una tomadura de pelo.

German. Lo modifiqué, en realidad, la base es la misma. Bieaventurados lo ojos que te leen... again

Berni: Como se nota que me estimas. Lo del hablar me lo dice todo el mundo, no lo puedo evitar... no veas lo que jode también tener que repetir todo dos ves 8o tre, o cuatro)... remanentes de la hiperactividad infantil. A mi madre la tengo loca, porque ya está medio sorda.

Abrazos y besos

Gi dijo...

Ay, Coronel, yo estuve en ese sofá y no me atreví a hacer esa pregunta, y luego cuando me hicieron una similar, no quise responder.
Y ahora estoy subiendo la escalera, saliendo del abismo, no tengo claro qué hay arriba, si alguien sujeta esa escalera y si podré mantener el equilibrio yo sola, pero tengo que subir.
Me gusta lo que dice Antígona, pero creo que muchas veces uno se da cuenta del trabajo que implica el amor, cuando ya no lo tiene o lo perdió.
Me identifico también con lo de La MAmba, eso de que no repetimos los pequeños gestos, si total "ya sabés que te quiero". Y me gusta lo que ud le contestó!
Bueno, me pongo "melanco"
Un beso

Kurtz dijo...

Luz... Subir la escalera es una suerte de respuesta. No se preocupe por lo que encontrará arriba porque siempre que sea por decisión propia, será satisfactorio, la lucha vencida siempre lo es, aunque extenúe.
Un beso

La Mamba dijo...

Gracias mi Coronel.


PD Bernita imagina mi vida como es: ¿Como? ¿Que dices? no te entiendo. Tranquilo, respira hondo y cuentame.... jejejeje. Normalmente recibo llamadas de amigos para que les traduzca o les cuente yo. Nuestra querida Pietra siempre dice que somos una pareja curiosa, me llama el traductor de P. lo malo es cuando no le entiendo ni yo...... ahí vamos todos jodidos.