He prayeth well who loveth well both man and bird and beast
Un verso del poeta inglés Coleridge como epitafio sobre la tumba de Denys Finch-Hatton (1887-1931), afamado cazador y mujeriego que vivió en los años en donde el sueño de África lo construía el hombre blanco sobre el sufrimiento de millones de seres vivos, fueran personas o animales, a golpe de colonialismo, caza, esclavitud, ansias de fama y aventura romántica. De hecho el epitafio fue elegido por la que fue su amante, a la que tantas veces recitó el poema completo, la misma que decidió enterrarle en las faldas de las colinas del Ngong, cerca de todo lo que amaron, cerca de la granja en la que se amaron hasta la extenuación, esa misma que se hizo mundialmente famosa a través de las palabras de ella, Karen Blixen, mujer amante y apasionada, esplendida escritora, y que introducen la película “Memorias de África”, basada en la novela homónima que escribió con la vista perdida en el paisaje nevado de su helada Dinamarca, que ya no era suya, en un intento de detener su tiempo sobre los días que pasó en la tierra que más amó, que quiso suya, y a la que ya nunca pudo regresar mas que por medio de su recuerdo plasmado en letra. Lo que sucedió en sus días africanos no hace falta narrarlo porque ya lo hizo ella y es de sobra conocido por todos.
Paseo mi mirada por las estanterías de mi despacho, poso mis ojos en los muchos libros que tantas veces me han hecho compañía, que han llenado el profundo saco que es el alma ávida, como lo estaba la de aquellos exploradores de lo ignoto, amantes prestos a acabar con la virginidad de un continente por descubrir, que fueron poco a poco rellenando los espacios vacíos de un mapa, que rebautizaron con nombres propios todos los accidentes que la naturaleza había cincelado en aquellas tierras que pertenecieron a otros antes, mucho antes de que el primer inglés posara su mirada sobre ellas.
Es África (lo son sus memorias, lo es Karen Blixen) la metáfora perfecta para describir la madurez mal digerida del alma humana, que tiene todo a su favor cuando se crea, cuando todavía virgen aterriza en un mundo desconocido y aún amable; que poco a poco, con sinuosa alevosía, va quedando plagada de las cicatrices de la vida de cada cual, desvirgada día a día, colonizada en su mapa, renombrada en su inocencia, profanada por unas circunstancias que la anulan y la tornan contradictoria.
Y miro esos libros y creo que no todo ha sido sufrimiento para ella, que ha sabido también encontrar su alimento, del mismo modo que África, a pesar del expolio indiscriminado, de haber sido testigo de la aberración humana en toda su extensión, territorio teñido de sangre, de fuego y de ignominia, conserva todo el esplendor de unos paisajes que sólo allí se pueden ver, de un aire que sólo allí se puede respirar, de un enorme sol enrojecido poniéndose tras las colinas del Ngong. Lo mismo que África albergó, en otro tiempo ya remoto, la grandeza de un amor como el que Karen Blixen nos relata con palabras llenas de admiración y ternura por todo aquello que quiso suyo y que, pasados los años, a pesar de no saberlo, consiguió. Porque detuvo su momento y lo convirtió en alimento para mi alma en forma de libro que ahora yace en la estantería de mi despacho. Vuela, vuela, pajarito.
I had a farm in
4 comentarios:
Algunos vuelan con la imaginación y el pensamiento y otros lo hacen con los viajes y las experiencias vitales. Por supuesto entre ambos extremos hay una gran cantidad de combinaciones posibles. Yo me inclino más hacia la estantería repleta de libros que hacia el billete de avión a un destino misterioso.
África, sin duda, ha sido y es un lugar para la aventura en su estado más puro, para la VIDA en su estado más puro. Lo cual implica también para la muerte.
África fue mucho más de lo que ahora es. Y la dejaremos como un vertedero en breves años, aventuro. Una lástima.
Hace unas semanas escuché esta frase:"África no es sólo el continente del hambre, es también el continente de la alegría". No me acuerdo quien la dijo, era africano eso sí y me pareció que podía sentirse el hombre más orgulloso del mundo.
Es cierto, Ninotchka, Africa es un lugar especial, demasiado maltratado para ser lo que es... el lugar de origen de nuestra desagradecida especie.
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